Apareciste ante mi, como una diosa... de pétrea... e inconmovible belleza, en un acantilado de versos narcisistas, perdidos malversadamente en dulces atalayas indefinidas... de magnánimo silencio... y estigmatizado desaire. Tus caderas sinuosas... y tus pechos ardorosos, aún recuerdan las inconfesables caricias de los tiempos futuribles... agostados de lisonja, y compungidos olvidos... Y entre néctar lacerado... y jalea microestática... el estigma inconfesable de tus recuerdos bendecidos de dulzura y olvidadiza belleza, se disuelve muy despacio... entre océanos, de mayestática indiferencia... y eufemístico abandono.
AUTOR: JOSÉ A. PANIAGUA MARTÍNEZ.