Levántate del potro tortura,
que no te venza el poder de esta locura.
Que no te engañen, existe otro camino.
Salta de esa cama, del terror que ella guarda.
Levántate y mira mi inocencia;
que no se lucre de ti tan mala ciencia.
Sabes muy bien que en ti yo respiro,
que tus entrañas cobijan mi alma.
Y no hagas caso a los que dicen: que aun yo no existo.
Escucha mi rezo te pide: ¡por Dios, piedad!
Deja que mi sangre se alimente de tu sangre.
Y deja que mi carne se alimente de niñez.
Y no hagas caso a los que dicen: que aun yo no existo.
Desde tu esencia te imploro humanidad.
Deja que mi sangre en tu sangre te haga madre
y deja que mi carne alimente tu vejez.
Levántate y pega un buen portazo,
que ase doctor le venza tu embarazo.
Y deja, que un día por tu ventana,
me asome y grite a la mañana:
¡gracias mamá, gracias mamá!