Las olas golpean con fuerza
la muralla fría
del castillo…
en donde hubo reinas,
reyes, princesas,
bufones y lacayos,
que hoy sólo son sombras
de otras vidas
poblando esta mansión
desértica y sombría…
Pegada a las paredes
están las viejas madreselvas,
que en mucho tiempo
no han florecido,
por aquello...
de que sus habitantes, se han ido
a poblar otros reinos del olvido…
En medio de tanta tristeza
la luna esconde su belleza…
plasmando en el ambiente
una sombría oquedad.
En su interior sólo se deja traslucir
la tenue luz del alabastro
que se filtra por
las cornisas blanquecinas,
con olor a humedad,
que dan un aspecto de orfandad….
También quedan los rescoldos
de los que aquí habitaron…
Se ven copas vacías
en las que antes bebían,
con bocas adheridas
al cristal ya opalizado.
Sigo mis pasos sigilosos
al encuentro de algún fantasma,
que en éste castillo habitara…
siento miedo y me da escalofrió
al escuchar tantos ruidos…
son murmullos
y aleteos de golondrinas,
que en los rincones tienen sus nidos…
Por mi cabeza pasan siluetas...
son los murciélagos, ateridos,
que con mi presencia se inquietan…
Retumban los ecos, de los gritos
y la algarabía de los niños,
que con sus elegantes
trajes de terciopelo,
correteaban por las escaleras,
jugando al corre... corre,
al escóndete que te encuentro…
Aún se percibe la nostalgia,
recordando sus estruendosas risas
y el bullicio de sus juegos pueriles.
No sé cuánto tiempo he estado aquí,
parecen días sin fin...
Quizás yo sea un fantasma también...
¿pero en dónde está mi rey?
Salgo al jardín…
me encuentro con la pradera
y veo que en medio de esa tristeza
ha empezado a florecer la primavera…
Con flores de colores
que esparcen sus olores,
de enredaderas que cuelgan,
del castillo, en sus los balcones.
Desde éste castillo
que en otrora fure funesto…
hoy se escucha el ruido del mar,
como una hermosa melodía
y se ven las olas danzar
a la par con las ondinas...
uno que otro buque en altamar,
anunciando que va a encallar
y otro que va a zarpar…
sus aguas están tranquilas
mecen espumas color safiro.
Las gaviotas surcando el cielo
en un vuelo de libertad…
El sol que estaba arrugado
acabado en su rutilar,
ahora es un sol rozagante,
es un sol resplandeciente
pletórico de vitalidad…
Aquí les acabo el cuento...
es para reflexionar,
qué por más tinieblas
que tengamos dentro,
un nuevo sol siempre brillará.
Felina