Un día en el Paraíso
Dios se levantó torero
Y plantó un gran limonero
Pero sin darle permiso
Al hombre, que es un ladrón,
Para robar su comida,
Y así declaró prohibida
La semilla del limón.
Pudo plantar un ciprés
Con sudor de franciscanas,
Pudo plantar mil manzanas,
Pero odiaba los clichés.
El limón era Sagrado,
Era gozo de María
Y el tonto que lo comía
Se daba por expulsado.
Hasta que un día el Señor
Vio que aquellas plantaciones
Que antes eran de limones
Ahora ardían con candor.
Los hombres gritaban, locos,
Levantando los rastrillos:
\"¡Los limones amarillos
No serán para unos pocos!\".
Dios vio arder su jefatura
Entre limones y huyó,
Luego nadie le encontró,
¡Pero qué cara más dura!
Así fue como el limón
Fue fruta de primavera
Y símbolo de bandera,
¡Viva la Revolución!