Hoy solo puedo ofrecer el silencio que se cuela en la fría brisa de este día gris.
El lento y monótono quejar de la lluvia que golpea contra mi ventana.
El canto lejano de un ave solitaria, mezclado con las notas melodiosas de un piano en la distancia.
Percibo el tardo pasar del tiempo suspendido en la tenue luz agonizante.
Siento la humildad que trasmite el pábilo vacilante en su calmo morir, dejando en el ambiente un aroma de entrega.
Fluctúa una tierna melancolía, esa que viene al recordar los años pasados. Tiempos tramontados en el horizonte de mi existencia.
Con mis yemas palpo la textura suave de mis deseos prohibidos, inconfesables, que juegan inquietos dentro de mi corazón indomable.
Hondo suspirar oteando la lejanía. Mirada que se pierde en medio de la nada.
Ondean mis sentimientos en el océano inmenso de mis entrañas.
Aquí me encuentro reflejándome en el espejo onírico de mi alma errante.