Putrefacta palabra que osada moja,
cual vendimia en labios de tinte rosa,
en comunión con la lengua, como la sangre roja,
se configura aquella oración dolosa.
Y siempre esquiva como ramera loca
impúdica, seductora y del engaño esposa,
que enciende todo cuanto su llama toca
y petrifica, lapida y mata, cauta y sigilosa.
Y el encanto de su verbena mentirosa
lleva la desgracia de una ola de mar
donde la inocencia muere nemorosa
arrastrada al llanto y al dolor fatal.
Reina procaz de las ansias lóbregas,
por el infame coronada en el Edén,
no lleva más que mentiras piadosas
como perlas de oro, labradas con desdén.