Volverá la mañana,
pero no volverá lo musical del sendero
por el que andábamos juntos.
Adiós,
déjame en paz con los recuerdos;
no los quiero, abjuro de ellos.
Quiero un río fresco,
quiero ser libre...
(y aún mi corazón percibe
lo que podría haber sido
nuestro latido,
el sujetar las caricias con mis manos
en las habitaciones azules,
mi voz que se incendiaba como un jardín en verano
hasta llegar al borde de tu oído...)
Ahora los ecos respiran.
En el leve mediodía como polvo de sol,
recorro mi cansancio,
y cuando es de noche
pronuncio tu nombre para siempre.
G.C.
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