Vida, ten piedad
de la inmensa dicha
que consume mi alma
cada día y cada noche,
saber que existe ella
en este tiempo y espacio
reconcilia mi ser contigo,
este amor convertido
en la más hermosa mujer
que mis ojos hayan visto,
es el elixir que cura
las antiguas heridas,
es órbita que se concilia
con una estrella fugaz
que cruza mi nocturno cielo,
vida, regálame mas tiempo
para dedicárselo a ella,
quiero cuidarla y protegerla
ser salud, nunca enfermedad,
ser amor mas nunca dolor,
dame vida, la oportunidad
de hacerle felices sus días,
este amor que le profeso
viene con sentimientos
al desnudo, claros y reales,
espejos de mi alma
como reflector de aguas intactas.
Oh, vida, soy una persona sedienta
del brote de su mirada,
suspende el tiempo a su paso,
déjame atrapar el aire
del poema que hoy le escribo
y compartírselo en un beso,
dame música en la naturaleza,
una sonrisa como riachuelo,
maleza que le roce su fino torso,
unos ojos serenos para admirarla,
dame fuego para incendiar su cuerpo
y dame ternura para entibiar
sus rodillas como remanso.
Vida, ten piedad del hombre
que hoy te llama su vida,
porque este amor que ascendió
del pecho a la cabeza, es ahora
el infinito horizonte de floresta
de seda, son los labios que
muerden la ausencia, es luna
que brilla en la noche más oscura,
este amor es como mirar el valle
y recorrer un monte a ciegas,
es poner la esperanza donde
esta ella, la fe son esas horas
que paso junto a su recuerdo
y el suspiro que se escapa es rocío
del mudo clamor de tenerla
recostada entre pétalos de rosas
y abrazada a mis activos brazos
que vencen la soledad y el estío.