John morales

Una vida, un dolor (sonetos alejandrinos)

 I

Y déjame llorar en mi tarde peruana

de hermoso capulí, de sienes ojerosas;

deja que llore el niño por esta tarde vana

deja que lloren las rimas, también las prosas.

 

Porque tengo pesares que sienes dormitaron,

volver de engaños lúgrubes por la estéril probeta 

prolífica del sexo que taurinos domaron;

¡ay! déjame llorando con esta pena escueta.

 

Es el vivir un hueso roto de un manco zurdo

que adiestrando sus horas gira en su seno absurdo

en alas trapecianas de su inmenso amaranto.

 

Y por eso deshora, Reina de la tristeza:

huye pronto de aquí, de las tristes vilezas

que va a saltos por el mundo llorando tanto.

 

                                           

II

 

 

Desde mi brazo extiendo de bursa un gran dolor

de alocadas quimeras, un destrozado sello

que se holocausta impávido de frío y de calor

hasta tocar las décimas estirges en mi cuello.

 

Si hijo soy de mi padre también hijo de madre,

si hermano de mi hermana soy de inocente pelo

entonces me pregunto, ¿por qué llora mi padre?

y, en su dolor somático se llena hasta de cielo.

 

¿Por qué brama la honda de pesadumbre a traste?

y me duelo en mi mismo por donde tú lloraste

¡ay! de vida y de muerte. ¡Qué nervudo se oyó!

 

Oídme hermano mío desde mi agria cicuta

en mi sangre plasmática que de pena se enluta:

Si existe algo más triste que mis versos soy yo!

 

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David John Morales Arriola.