Jamás he de comprender tu talento
que me atreveré, es nato.
Consecuente, apacible y sutilmente
demuestras tu don de la escritura,
Ese don, flor mía, que tienes.
Escríbeme y transcríbeme,
pero jamás dejes de reinventarme.
Haz lo que quieras pero nunca dejes de leerme.
Léeme, una vez y otra vez.
pasa tus manos por cada una de mis letras,
no resistas si necesitas repasar cada parte de mí.
Nunca dejes de Léerme,
te aseguro que en cada verbo
podrás encontrar una parte de tí en mí.
No dejes de léerme,
tengo miedo a la muerte;
la escritura muere una vez que la dejan de leer.