Amparo, ten mi regalo,
otro poema de aniversario.
Costumbre, que ya nos cumple
sesenta entregas, sesenta años.
Mas hoy, debo confesarte,
que son mis versos todos copiados;
ni una sola rima es mía,
mis poesías sesenta engaños.
Pero te vi, siendo tan feliz,
con mi primera entrega,
que ya no pude dejar de fingir
ser tu poeta.
Manolo, no sientas dolo,
ni te castigues por tu quimera...
Hoy debo también confesarte,
que yo jamás pisé una escuela.
Por tanto nunca leí nada,
ser iletrada fue mi condena.
Mentí mostrándome atenta;
cuanto temí te dieras cuenta.
Pero te vi siendo tan feliz,
cuando abracé aquel poema;
que yo fingí leer junto a ti,
ya en cada entrega.
Y ahora se, que eres tu Manuel,
el único poeta,
que con sus versos siempre hizo feliz
a una mujer analfabeta.