La primavera volvió olvidando veranos y otoños sólo acompañada de la humedad del invierno.
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La primavera se fue pero dejó su presencia viva en cada capullo que florece.
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Por fin la brisa apagó la vela y ésta dejó de lagrimear.
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Nada podía hacer para levantar el vuelo, sus alas ya no le pertenecían.
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Sepultó sus sueños y éstos resucitaron.
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El sol no teme a la noche, la enfrenta convertido en luna y estrellas.
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La cascada de su risa salpicó los peñascos de mi alma.
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Su sonrisa es la bandera que ondea en el asta de mis sueños.
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En aires de inocencia elevé mi avioncito de papel.
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Tras una cadena de decepciones obtuvo la medalla del amor soñado.
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En arenas de nostalgias encalló mi barquito de papel.
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Muchos para redimirse deben morirse.
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Al fin la llovizna se convirtió en lluvia… Por fin la lluvia se convirtió en llovizna.
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Fui tras la brisa a arrebatarle tus aromas.
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Apenas se sintió el hedor de la podredumbre, salieron bailando los gusanos.
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La fruta verde poco aromatiza.
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Tus labios son el arcoíris en tus lluvias de sonrisas.
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El silencio es una promesa de los muertos.
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Cuando el barco encalla, algo falla.
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En el cuentagotas, cada gota cuenta.
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Los ancianos pasan sus horas entre nostalgias y mecedoras.
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El puente silencioso veía correr las aguas turbulentas del río y las riberas le decían: ven, ven.
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En el eclipse de nuestras miradas anochecen nuestras vidas.
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El amor levita sobre la envidia.
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Hay amores que claman olvidos.
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El amor es como una lluvia pertinaz que moja el alma.
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Nada puede compararse al amor que no tiene olvido.
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Para amar no hace falta retener al amor.
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Los caminos bañados de lluvia jugaban a ser riachuelos.
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Nada es igual, siempre y cuando, igual es nada.
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El silencio de la cascada clama por agua.
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El sol se esconde para convertirse en estrellas.
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Ser poeta es tener el don para la palabra que pocos hablan y todos entienden.
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El poeta deambula entre sílabas buscando palabras.
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Vivir es importante, pero lo es más aún, sobrevivir, porqué lleva implícito el deseo de vivir, más allá del que vive por vivir.
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El poeta cuando crea su estilo ya no necesita nada más, solo escribir
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La locura siempre es divertida, es alejarse de la cordura y hacerse el loco.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo Venezuela