Se destapan las palabras de mi alma
se hilan justas, sobre una carta de lágrimas.
No he sabido las veces sin mi aliento
que se detiene en vuestro recuerdo, familia...
Si alguna vez fuera más capaz de terminar
lo que aventure con vosotros ostentar
desde muy cerca.
Si hubiese sido un mar avasallador
con sus olas, el arte de encender regocijos,
en vuestros rostros, por mi amor que los alcanza.
Mi vida tiene sus estampas marcadas
las huellas de una fragancia cariñosa;
como efigie de unidad incorruptible.
Padres míos, ni una lágrima desecho de ambos,
ni un consejo,
ni un leve cariño de olor delicado;
son sentido a mi vida, son principio de amores.
¡Oh, como brotan sentimientos hoy,
bajo mi pluma entre mis dedos!
Elizabeth hermana mía, no olvides que fuera de mi
al Daniel tienes y también a Israel.
Los amo.