En la era del mercado
donde se compra y se vende
hasta la misma conciencia
yo me atrevo a negociar
con mis vicios oxidados.
Vendo o permuto mis vicios
para comprar otros nuevos
o probar otros gastados
por el uso y el placer.
Vicios sanos no me traigan
para el intercambio mutuo
como ése de la lectura
que también quiero vender
pues me canse de leer
lo que a diario vivo y siento.
El vicio de la honradez
que ni un peso me ha dejado
esta también a la venta
barato y recomendado.
Psicosis y perversiones
que me quieran ofrecer
en permuta de los míos
no los traigan adornados
con moñitos de ilusiones.
Los comunes y ordinarios
los exhibo por si acaso
resulta quien los reciba
a cambio de otros extraños.
Unos vicios infantiles
aunque un poco magullados
los cedo al mejor postor
que me pague con los suyos
que no estén muy maltratados.
Del vicio por la mujeres
que aunque nunca se rebosa
quiero vender la mitad
o canjearlo a escondidas
por un viciecito exótico
pero encimando otra cosa.
Fumadores y borrachos
usureros, sodomitas,
vanidosos, santurrones,
glotones y sibaritas,
masoquistas, pendencieros
eonistas y onanistas,
estos y otros que se escapan
de mi perversa memoria
absténganse de acudir
a ofrecer sus tristes vicios
pegachentos y ordinarios
tentadores y extremistas.
Otros blandos y sabrosos
que no quiero mencionar
y que un gran placer me han dado
en momentos tormentosos,
los pretendo canjear
mano a mano
y bien contados.
Aprovechen esta oferta
pues me puedo arrepentir
cuando vea que todo el mundo
de un vicio quiere salir
sobreofertando el mercado
de cualquier pirata vicio
ilegal, falso e inmundo.