La boca y la nariz tan amigas y hermanas
No deberían unirse en un mismo conducto
Porque a veces las palabras se acumulan
Y entonces obstruyen la respiración.
La boca tan gentil, pequeña cómplice
No conoce de mentiras
Y sin embargo es la culpada
De aquello que el corazón no desea decir.
La boca con su abrigo húmedo
Acumula los besos del cobarde
Que un día al agotar su discurso
Chocan con la arista cálida y expectante
del ser ajeno y amado.
La boca, objeto de deseo,
Victima y dictadora
Obliga discretamente a la entrega
Y no disimula su placentera derrota.
Bárbara Barrientos