A veces, cuando la soledad asfixia.
Soy como una sombra...
sin rostro, muda y con forma.
Indeleble y marchita
que existe, y que no es,
que sufre, aunque no siente,
que vive, y no respira.
Vaga, triste y melancólica.
La traspasa todo sin hacerle daño;
pero tu dolor la ha destrozado.
De invisible llanto.
Y de fatal congoja...
de silencios blancos.
Dolorosa, del mundo errante,
de inmensidad eterna,
e insaciable sed de ti...
sombra de lo que un día fui,
de lo que te entregue sin medidas.
De mi verdad absoluta.
Sombra, de mi alma ya muerta,
por tus traiciones y mentiras, y aun,
en sombras, te sigo amando todavía...
ISRAEL CARE
(Derechos Reservados)