Hay regalos que nos gustan porque son extraños;
En el día de mi santo recibí un ping pong,
la escalera de la casa le ofreció peldaños,
y jugaron como niños \"para pan pin pon\".
Sus colores tan brillantes de satín y escarcha,
los copiaron de la luna para aquel ping pong
y la luz de la mañana con la noche en marcha,
se la dieron completita \"para pan pin pon\".
A la escuela lo llevé para mostrar sus saltos,
mis amigos se encantaron con aquel ping pong,
daba brincos bajiticos, daba brincos altos,
pero todos de colores \"para pan pin pon\".
Cada salto es una nota que se lanza al viento,
y aprendí ya muchos cantos con aquel ping pong,
y en la escuela y en la calle y en la casa siento,
que le quiero oír cantando \"para pan pin pon\".
Una noche que jugamos dio un tremendo salto,
y la luna con su brillo enamoró al ping pong,
se quedó en el firmamento en el lugar más alto,
y en el cielo es un lucero \"para pan pin pon\".