Se duerme la tarde sobre las hojas,
cuelga en sus brazos rizos dorados/
bosteza el viento silencios soñados
y cae aprisa -esperanza que mojas-.
Alma de madre que en tu lecho forjas,
el refugio de cansados viajeros/
que cubres con la copa, de sombreros
verdes -sombría frescura que alojas-.
Es apacible el cielo que cobija,
los sueños que dormitan en tu cuerpo/
formando el vuelo de tu mirada fija.
Mientras los suspiros contraen tus ojos,
y tiñéndose de ocasos el huerto/
se pinta tu sonrisa en los espejos.