LAS HUELLAS
Yo camino los parecidos mares que pisan los del norte
en toda América la frescura siempre es de mañana
de la estación tranquila, de las voces temblorosas
y en ese caudal de sangre yo me parezco y me miro
con la turgencia de las corolas de fuego , en los cordeles
que nos atan al mismo derrotero y al ímpetu de ser.
Y en el humo de las aldeas yo resplandezco y me siento
como una hoja que quedo protegida de la oscura noche,
de la larga noche del invierno que aquí en el sur nos duele
y nos deja los colores sumergidos y húmedos esqueletos
para que no nos olvidemos que los verdes profundos,
los aromas, la majestuosidad de los alerces de los Andes
la música del pan y el idioma de la savia que se perpetua
son efímeras olas del sueño de los dioses y de sus flautas.
Y nosotros somos diminutos seres del barro de las minas
Y cuando se nos arruga el día, cuando el beso busca a tientas
cuando el silencio se hace llovizna y buscamos el abrigo
en las cuevas y danzamos evocando rostros de luto
cuando las brujas están lejos y la fogata se hace muros
despertamos el mismo sueño, la misma repetida llama
con la fuerza de la brisa sacándole brillo a los pinares
y mas pisadas sobre las arenas que han pisado los ancestros.
Carlos Brid
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