Anoche me quedé dormido en tu despertar
bordado de ausencias y destellos…
como un manojo de delicias y encanto
que desvanece el desaliento callado.
Cuando tus suspiros provocan primaveras,
entre tantos versos sofocados en la querencia,
que se renuevan entre aromas de ternura
para escapar con el desvelo de tu labios.
En esa madrugada de luminosa mirada,
que se eleva en la cadencia enamorada…
como una lámpara encendida en el alma
que se estremece en el sentir de tu aliento.
Allí, amarrado a la esencia de tu piel,
bajo la luz de tu frágil silencio,
se libera mi esencia
en universos de estrellas
que resplandecen por tu cuerpo.
Víctor Manuel Gutiérrez Caballero