Te escondes, te disfrazas
con simultáneas figuras,
como timando suavemente;
comedias, entre todas tus caras
inciertas, correteando sin rumbo.
Luces, sombras, reflejos,
matices, imágenes. Allá voy,
navegando entre tus yos,
sufriendo el desengaño,
convidando al sin fin.
Añeja virtud la tuya,
corrupta costumbre de ladrón;
bisutería barata, lentejuelas
y baratijas. Con tez incierta
te presentas, te escondes.
¿Acaso temes, que sin
desprecio te desgarren las
entrañas y te muestren
en periódicos, cual circo
iluminado, que se exhibe?
O, si no existes, ¿por qué
apareces y aparentas? mientes:
te desgajas; deslumbras a
cualquiera, produciendo fantasía
de percepciones, de ilusiones.
Más vale correr la cortina,
ocultarte y evadirte. No mereces
atención, produces ansiedad.
Inculcas desconcierto. Educas
en la vaguedad, en la sorpresa.
Si algún día te decides,
toca a la puerta, tal cual eres;
preséntate directamente, recuerda
que te buscan y te esperan,
aunque al conocerte provoques saciedad.