Huele como un espíritu libre lleno de manchas.
Conozco de sobra mi capacidad de adaptación.
Hoy 10 de Febrero tengo que ir a los servicios sociales a recoger un cheque del Ayuntamiento.
Mi pequeña capacidad de adaptación reside en mi ración de arroz para sobrevivir rodeado de porquería incrustada por todos los rincones de la casa.
Es preciso salir también hoy. Hoy toca que hacerlo con una camisa amarilla manchada para jugármela con el negro rumor en la boca puesto desde los balcones donde los espíritus libres de la buena vida, la llamada ordenada, decente, limpia, reciben el amor de los borrachos que se orinan en la dignidad. Desde los altos salones rodeados de pompa con globos pintados con la bandera de España metida en partidos políticos. Es en esos lugares donde se azotan con esloganes empapados en coñac que la jauría corea contra los pobres, los inmigrantes, los terroristas que se limitan a atentar pegando pegatinas en muros de barrios lumpen, hasta con el enfermos se atreven los borrachos.. así hasta que al final los detienen por sus porquerías. Entonces les llega la serenidad y la calma que les perturba la memoria.
Basta ver el cuello de Rita la cantadora de Valencia sudando ante el juez:
“No me acuerdo de nada señoría,
estaba borracha perdida
pero si hice algo....
fue por el amor a los valencianos”
Es preciso pues que yo salga manchado al patíbulo de los títeres, que pasee sucio bajo los arcos del triunfo, que cruce puentes oliendo mal, que llegue a vías y estaciones que se han quemado mientras los convoyes de trenes están detenidos.
Encantado de estar sucio y de caminar con la cabeza caliente podrida como el sol.
La angustia que le cuelgue de las pestañas al existencialista que se pregunta:
¿ Soy culpable o inocente?
Todas las puertas están abiertas para que el quiera entrar y salir de ellas.
Para mi son simplemente gente desconcertante quienes las están cruzando, y siento que me miran de reojo cuando salgo a la calle. Lo hacen con desconfianza por lo sucio que voy, como si yo les amenazara con mi aspecto porque no quiero su bienestar, ni su higiene.
Tiene una gran excusa para seguir salpicando y ser medianamente felices y libres.
Estar todos juntos, ser un pueblo, una unidad, formar parte de una misma cultura.
Proclamar hasta los tenderos grandes propósitos, y demostrar a su semejante ser gente pacifica, honrada, trabajadora, limpia.
Estar siempre limpios luego ya llegarán las altas misiones y desfiles- mientras me estoy colocando mi camisa amarilla manchada para salir a por mi cheque río sin ocultar que se hace claro una terrible depresión autodestructiva al decir estas palabras
Angelillo de Uixó.