Sobre un pedestal de arena
cuando mi fe se perdía,
vi como se diluían
tus ojos de luna llena.
Pregunte cuando partías:
¿A dónde vas, vida mía?
-para donde van mis penas
buscando sus alegrías-
Que estabas feliz fingías
y por tu cara morena,
con su perfil de sirena
una lágrima, corría.
¿Entonces me dejarás
con media cama vacía,
y este invierno que resfría
para no volver jamás?
Seguro me olvidarás
cumpliendo tu profecía,
aquella que bien decía
que pronto no me querrás.
Mi sepulcro cavarás
y sobre la tumba mustia,
sin pena y con ironía
un trébol deshojarás.
Pero desde el más allá
seguro yo todavía,
con más pasión te querría
por toda la eternidad.
Franklin Joel Blanco Aparicio.
Villa de Todos los Santos de Calabozo.
Venezuela.