¿En dónde andará mi amor? ¿Todavía sentirá el rubor de nuestro beso? Fueron tantas sus elucubraciones que tropezó con un espejo que se volvió añicos; miró los pedazos rotos e imaginó que era su vida al tomar la decisión equivocada. Momentos difíciles con la esperanza puesta en el horizonte de una mirada que trajo consigo la promesa del amor. Un beso que seguía siendo el destino de dos caminos que se cruzaron con sus historias a cuestas. El amor pasaba por una verdadera prueba de fuego; que los meses lo fueron atropellando a tal punto que al final terminara perdiendo la batalla contra el olvido. Total que lo de su amor por el hombre desconocido se reducía a cinco minutos en un autobús ¿Quien podría garantizar vida para un sentimiento sembrado en algo tan frágil? Todas esas cosas la asediaban a cada instante. ¿Será una señal el espejo roto? Sentía el corazón como deslizándose por un inmenso tobogán con rumbo incierto. Buscó unir los pedazos de vidrios del espejo. Era como recomponer su vida extraviada; los fragmentos los adujo como si cada parte contara su historia aminorada por un desenlace fallido. ¿Cual resto de estos vidrios contará mi epopeya de amor? Tratando de armarlos tomó los más grandes y los puso sobre una mesa. Se imaginó ver el autobús en el espejo roto. Otra vez sentada junto a él, emocionada al recordar los pocos instantes que iluminaron su vida mustia. Volvieron a cruzarse las miradas profundas que acariciaron el volcán de sus emociones, sintió el sabor en su boca con sabor a eternidad.