Corre el potro
asustado
al ver el rostro
de su amo.
Manaba sangre
por todos lados
heridas graves
le habían propinado.
Corre el potro
desbocado
al ver que el otro
seguía armado.
Corrió sin descanso
con todas sus fuerzas
alejando al amo
de la refriega.
Pero hubo el deceso
al llegar al rancho
y el potro de regreso
quiso vengarlo.
No pudo hacer nada
el viaje fue vano,
y con tristes lágrimas
lloró a su amo.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo,. Venezuela