Llevamos más de cinco mil años de historia
¡y me pidan que escriba algo nuevo!
las cosas salen por que sí, no las invento,
están allí, elevadas en la inverbal sacristía etérea,
y que nos bajan como relámpagos agónicos,
cual mi oficio de poeta escribo, transcribo y exhibo.
O dígame que los antiguos no sintieron esas llamas insufribles y
gozosos placeres púrpuras …toda esa mezcolanza llamada humanidad
¿Qué quieren?…¿qué lo invente yo?!
o lo mejor sería callar mi pluma para no opacar futuras impresiones más cristalinas,
eso de lo indescifrablemente poético no me interesa.
Que mi trabajo sea el sagrado ejercicio de lo mismo,
lo mismo que viene viviendo mi pueblo hace más de doscientos años.
De venderle hasta la última piedra al extranjero,
de ser parte del robo para asegurar una familia,
de avergonzarnos señores de ser chileno…
De mirarnos hasta la sala cuna para encontrar la diferencia.
Canto lo mismo, el amor del rotito de barrio periférico,
de las playas, las estrellas y las noches perdidas en insufribles historias.
De sus manos, los enormes ojos…el estoico ejercicio de lo mismo.
Otros ya lo cantaron y sus voces sonarán más fuerte que la mía.
Pero es este canto que me enciende y me llena de poesía,
que me pierdo, ya obsoleto, en estos destellos fugaces de esa sagrada sacristía.