Se hace noche la tarde en el espejo
como la aurora luz cada mañana,
que pinta de colores tu ventana
aliviando el llanto de tu reflejo.
No distingue la brisa tu hermosura,
ni ese rayo de sol que tan certero
te acaricia y sonríe lisonjero,
deleitándose así con tu figura.
Oculto con recelo tu secreto,
suspiras un verso desencantado
dando con él sentido a este soneto.
Tan roto el corazón y enamorado
que no quiere mostrar al cruel objeto,
en que se queda un cuerpo mutilado.