Aquella noche, de frío penetrante
de angustioso dolor
te miré a los ojos
y sentí tu perdón.
No pude ocultarlo,
me conmovió tu amor
porque de otra forma
no entiendo tu perdón.
Yo te amo mucho,
pero tú me amas más,
más de lo que yo
pudiera imaginar.
Me perdonaste todo,
hasta el desamor,
las veces que fuí infiel
y las otras que te fallé.
Y tu perdón me dolió
me lavó el alma
me purificó la razón
me devolvió la calma.
Ya no quiero equivocarme más
y me encomiendo a tu divinidad
para que no me dejes caer en la tentación
y te cause de nuevo dolor, a ti mi Señor.