Basta ya de nostalgias fallidas.
Alto ya al arsenal de tristezas.
Deténganse todo ese cúmulo
de sentimientos sin nombre,
porque no sé cómo llamarlos.
Solo sé que son huérfanos
sin alma que los cobije.
Han quedado a la deriva
en medio de la mar del olvido
sin el faro de la luz brillante.
Han viajado muchas millas ya,
de la duda y el desencanto
que difícil rescatarlos vivos,
de la guerra entre fue mentira
o fue verdad, ese dulce aliento.
Con sus alitas dormidas y tibias
han caído al precipicio final
donde yacerán por fortuna
en paz, de las tinieblas finas
que quebrantaron su corazón.
Y quizás sus espíritus serán
restaurados en su agonía,
restableciendo su galantería
cuando expiren su último aliento
que les rescatará su gran amor.
Ese amor tierno y sincero
que una vez fue la playa rescate,
que salvaguardó su hermosura
cuando al oído susurró sonriendo:
“Solo Dios crío tanta belleza”.
AlfonsinaELK
1-1-2016