Cuando de extrañarte no puedo más
cuando mi cama me atrapa en el fondo de sus redes
y la tristeza me embarga sobre el colchón naufragado
cuando el techo poroso de mi pequeña pieza
se muestra como el cuadro más atractivo posible
del mejor de los mundos posibles
me envalentono y salgo a dar un paseo
me preocupo de guardar las llaves, sin ellas no vuelvo
bajo cinco pisos a pequeños saltos
amablemente me recibe el sofocante calor de verano
y através de la fresca corriente
susurran las hojas tu nombre
y de pronto me acuerdo que todo lo que observo
suavemente remite a tu recuerdo y a tu nombre
a uno que duele vívidamente
a cada instante
en cada hoja en cada árbol
tras cada segundo emite un eco
cien veces tu nombre es recibido
por alguien que solo intenta pasar-lo desapercibido.
Todo se hace insoportable
me sigo sintiendo miserable
estúpidamente estúpido
miro los rostros en el entorno
y me alegro un poco
siguen siendo ellos levemente mas estúpidos que yo
pero yo, en este momento
no tengo como mirar mi rostro
así funciona el fracaso para mí
odiándolos a todos
que pasean de las manos
y sonríen entre ellos
amorosamente, cómplicemente, íntimamente
enamorados
pero el germen que queda adentro
del lloriqueo de una niña de catorce años con el corazón desolado
se hace más grande a cada paso
me toma el pecho, el torso, los ligamentos y los huesos; el cuerpo
así termino sentado en la banca de la plaza
mirando la arenisca multiplicada y mis zapatos viejos
escuchando atentamente el siseo de todas las hojas
en todos los árboles
de todas las plazas
del único mundo posible
susurrando tu nombre.