Hay un cruento arrebol en el horizonte de mis pensamientos,
Un hueco arrebol en el fondo de mi pupila
Que mira lo que está lejos, y cada vez esta mas lejos.
Los rápidos en mis empedradas venas espumean mi propia sangre
Que en su delicada rabia van sollozando el ave de tu nombre
Que ahora vuela hacia la tierra del arrebol,
Sin saber que no hallara nunca nada, jamás volverá ,
Ni tampoco pondrá de nuevo sobre el suelo las alas
Que alguna vez se posaron en mi pecho,
Tus ojos que ven con todo el albedo que tienes en el alma
Se han arrojado al naufragio del espacio basto y frio.
Quisiera admitir, afirmar que tengo inmarcesible tu esencia
En mi cuello y en mis palmas, que es inmortal el recuerdo
De las yemas de tus dedos, que nunca olvidare la forma en que me mirabas,
Pero cruel es el tiempo y débil el recuerdo a la erosión de la lluvia
No hay nube que conserve la imagen que le dimos aquella mañana.
Hay un arrebol pintado de rojo y naranja en el horizonte de mi pensamiento,
Hay un adiós que se va alejando con el viento viajando con velas blancas,
Un árbol que va meciendo lento y contando con el susurro de su follaje
Lo que despertaste por tu paso en el arco que dibujo el sol
Sobre mi vida y sobre mi alma, una historia contada con flauta
Que se hace gota condenada a vapor, llorando por el surco de tu espalda.