Recordarte es bueno, sabe a ti.
Es tener esa sensación de alivio, que te posee cuando recién te das un baño.
Es como esos suspiros que te liberan el cuerpo y el alma de todo lo que pesa, de lo que no debe estar adentro.
Qué bueno es recordarte, cuando se hace sin dolor.
Déjame confesarte que cuando te recuerdo tengo que darle gracias a Dios, por lo que fue, que en su momento fue bueno, y por lo que vendrá que sé será mejor.
Recordarte me hace tan humana, conmemora la fragilidad ante el dolor y por supuesto ante el amor.
Sos pasado, sos historia, sos dolor.
Me gusta recordarte, inmortalizas la realidad de lo que fue y ya no será.
Curioso, tu amor no fue poema, pero has convertido tu recuerdo en poesía.
Que personal, que afrenta a la hombría, pero que cobardía, esa que invade a aquellos que se van sin decir adiós.
Te fuiste y hoy tu recuerdo se quedo en mi, se quedo conmigo, aquí lo tienes, compartámoslo, se que no tengo tu olvido. ¡Qué alivio!
Te recuerdo, te recuerdo que me llevaras prendida a ti como esas cosas a las que nunca se les despide, como eso que tenés pendiente por allá en un cajón.
Aquí estoy, viva en ti… te recuerdo.