Febrero me cabe en los bolsillos
ahora que todo por aquí está tan vacío.
La rutina me abraza con tanto amor
que aquel dolor
que anidaba cerquita del pecho
se marchó.
Dejó un nombre,
muchísimos recuerdos
y unas enormes ganas
de no ser yo.
A veces el gris,
en el cielo,
resulta el color más bello.
Todo depende de los ojos con que se mire.
Y yo la miraba con mis ojos sinceros,
con mis ojos enfermos.
Con mis ojos que ven siluetas,
aquí,
allá,
siempre ella.
Era mi cielo.
Y la vida se me hacia poesía,
las letras no alcanzaban
y al final su nombre me devoraba.
Yo la miraba,
caminando sobre las nubes
y en ciertas noches
sobre mis sábanas.
Sin duda era amor
y para ella,
mis dedos eyaculaban mentiras
disfrazadas de promesas.
Febrero camina sobre mis restos
y yo aún sigo negociando
noches por versos,
sueños por inspiración.
Alguien que existe
en algún lugar
escribe \"te quiero\"
y vuelvo a volar,
sin alas,
sin paracaídas.
Por momentos,
de nuevo me entrego al misterio
de no saber si será.
No puedo dejar de extrañar
eso que ya no está,
y así no se puede volver a comenzar.
\"Te quiero\"
respondo,
y mi alma se cubre de escamas,
no hay espacio para una lesión más.
He puesto a febrero en mi bolsillo derecho
para que pase desapercibido,
para que no duela,
al recordar,
que no puede existir una nueva herida
sobre un recuerdo
que aún no es cicatriz.
©NicolásRangel/Reservados todos los derechos. Febrero, 2016.