Intima mujer, tan suave y primorosa,
recostada a mi lado a diario te pienso
dueña eres de este amor tan intenso
que deshojas mi alma como una rosa.
El brillo en tu aura es tan luminosa
que delante de ella quedo indefenso,
y tu fragancia de oloroso incienso
purifica mi alma sumisa y tenebrosa.
Tú disipas en mi toda incertidumbre,
y me arrancas espina tras espina,
haciendo gozo mi pesadumbre.
Ahora mi corazón junto al tuyo camina,
y juntos alcanzaran del amor la cumbre
donde lo eterno ante ello se inclina.