Este es el Hombre.
Este es el ser que yo más quiero.
Oigo el suave susurrar
del tiempo en las acacias
y el débil crepitar de los planetas.
Escucho el suave deslizarse de la aurora
y me llegan de siempre esos gritos:
He aquí la voz y la palabra.
¿Son lo mismo que el ulular
del ave en la enramada?
¿Que el aullido del lobo
en la espesura?
¿Son lo mismo que ésas seculares voces
plenas de miedo y de esperanza?
¿Lo mismo el devenir hermoso del venado
que este morir a trozos que me acoge?
He aquí el Hombre:
Este dios sin Dios
que os deja este poema,
como un grito más
en la noche más clara.