Por esas diminutas franjas, espacios, intersticios,
por esos lugares separados pero unidos en un conjunto,
por esa persiana de agujeros blancos entra el sol y el cielo azul.
Desde la cama me asombro, sonrío,
lo miro, lo disfruto, me deleito.
Pongo mis brazos bajo la cabeza y me dispongo
a admirar ese paisaje secreto
que sólo conocemos la cortina y yo.
Amarillo brillante y azul profundo,
me pierdo segundos y luego regreso.
Cierro los ojos y siento,
percibo la calidez, la luz, la energía…
Me desperezo, bostezo y me levanto.
Suspiro contenta, ya llegó la primavera.