Hoy he enterrado a mi amada
con un vieja y gastada pala
viejas piedras cayeron sobre ella
y su ataúd cascareaba
por la llovizna color madera
nadie cubrió bajo la mortaja su cara bella.
Apilé con mis manos el último puñado de tierra
sobre el promontorio, una margarita errante
en lo que sería su pecho otrora radiante:
infértil, baldío y seco
recientemente muerto
le he enterrado en soledad, en silencio
la enterré por que la amaba
(con toda la furia y arranque
con el ácido de mi estómago
con la culpa que destroza los nervios
que circulan por músculos cansados
y mi sangre envenenada
con todos ellos la amaba)
Y el cruel amor exige perpetuamente nuevas almas
tributo que el dios misericordioso reclama furioso
como suya te ha llevado a algún reino alejado
donde no navegará mi astillada barca por su capitán haber naufragado
donde los mapas roídos y desteñidos no tendrán jamás lugar por tener sitio fuera de tiempo y del espacio
donde el cielo cae bajo el poder de lo oscuro y se transforma en tierra y esta en cielo, contraponiéndose en eclipses infinitos mixturados
Intenta llorar conmigo
no lo intentes demasiado
mira el azul profundo
con tus ojos tan sellados
esperando volar a través del éter acendrado
Mariposa envuelta en llamas hacia tu canto desesperado
danzando en el desierto, lagrimeando en el maná
Intenta llorar conmigo, mí amada al despertar
voy en silencio al aposento
de mis vestiduras
a pie calmado
recorrer las tierras baldías
un acuerdo desolado, hemos quedado
bajo la negrura que ha plagado
el mundo, percibido por mi ánimo estado.
Hoy he enterrado a mi amada
los cuervos gritaran siempre su nombre
bajo las noches estrelladas
he enterrado hoy a mi amada
las puertas crujirán moribundos orgasmos embetunados, vacía casa que me recoge madre asustada
hoy he enterrado a mi amada
la he enterrado en mis recuerdos, en el prado
viva o muerta, ya no importa,
La he enterrado.