Su corazón no solo a mí pertenecía,
con otra mujer yo lo comparto,
ella estaba antes -yo lo sabía-
por eso la respeto y de ti no la aparto.
Ella será tu cómplice, yo tu alegría,
mujer que invoca el bien para tu camino,
mientras que yo seré parte de tu destino
y convertimos nuestra la noche y el día.
Ella es pañuelo para esa lágrima,
la que te lo perdona todo y nunca habla,
en fuerte tempestad te cede la tabla,
sabiendo todo nunca nos lastima.
Ella, siempre te habla con mucho cariño,
como lo haría una hermana o padre,
él se le vuelve su corazón de niño
cuando de sus labios sale, madre.
Lola Barea.
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