Me despido ya del mar
hasta otra vuelta
pero me llevo en una esquina
la sonora lealtad de sus orillas,
el blanco gallardete de sus olas
y un intenso olor a paz de Dios
y a sal marina.
Me llevo también
un nuevo instante en el recuerdo,
un poco de arena en cada bota
y el paso del sol a ras de piel,
como si fuera el cálido beso
de tu amada boca.
Me despido ya del mar
hasta otra vuelta.
Nunca le diré del todo adiós,
por más que vuelva.