Se escuchó un suspiro de luna,
la noche helada, muerta,
el viento ausente
y el rocío hecho ceniza.
Se oyó un violín en requiem,
un estruendo agrietando la calma,
la vehemencia de una sombra macabra
de un demonio abandonado.
Y sin la luna esgrime sus ojos,
profundos, vacíos, eternos,
siendo sólo un pelanas
sin ofrendas al tiempo.
Le duelen todas sus almas,
le duelen todos sus años,
le duelen todos los cantos,
le duele su amor, mas no sus pecados.
Y viajar sin la luna por las noches
es un juego perverso
en el que pierde la voluntad
de ser parte del universo.
Y se encuentra atrapado
en una existencia maldita,
no por pecados, no por demonio,
estar vacío de amor es su agobio.
Ya no agrada de disuadir a los hombres,
no hay quien compre su alma,
maltrecha, disgregada,
¿pudiera alguien comprender la lágrima
que se desprende de su mirada?