Se dilatan las palabras
que agonizan en mis oídos
tu mirada de peregrino
no me mira,
te distrajo la pavada
sediento por verme
no me bebes.
Escondes sentires
y anhelos
¿tu dicha?
arrastras por el suelo,
en sueños que no has parido
en sueños que ya se han muerto.
Y tus alas de avestruz
no levantarán vuelo
porque no perdonar es el peso
que te engrilla la vida
como las palabras
no dichas
que te ahogan en la garganta
te van envenenando
con calma las astillas.