La bruma golpeó mi rostro... como tantas veces lo ha hecho, solía dolerme, pero ya no.
Tal vez se ha convertido en un hábito, o tal vez, ya ha tomado confianza y se ha convertido en mi mejor amiga.
Aquí, dentro de estas cuatro paredes, te estoy escribiendo, amiga.
Tu, bruma espesa que me aprieta con fuerza, cerrándome mi tráquea.
Tu, maldita soledad, que te has llevado a rastras todo aquello que alguna vez me ha hecho compañía.