Cuando el dolor de la espera
innecesariamente se estremece
entre acordes de dolor y eco,
quizás la hora de la agonía
concluye de forma inverosímil
en una melancólica melodía,
que acaricia... muy pálidamente,
el infinito espacio...
y el inabarcable beso,
más allá de la aurora compungida,
del primer día...
y de la inaccesible brasa desmotivada,
mis pálidos ensueños... desdibujados,
se derraman muy despacio...
entre ígneos arpegios...
de compungida rosa adormecida,
y tímidamente se licúan...
entre ardorosos y plenipotenciarios lirios
se agasajan...
de diamantinos atardeceres cristalizados,
tenue... y melancólicamente abandonados,
entre mayestáticos lagos
lánguidamente malversados...
de anacarado labio... y enardecida brisa.
AUTOR: JOSÉ A. PANIAGUA MARTÍNEZ.
P.D.: A LA MEMORIA DE DON ANTONIO VIVALDI, INSIGNE
MÚSICO Y COMPOSITOR ITALIANO... QUE ANDUVO OLVIDADO
DURANTE MÁS DE TRES SIGLOS... ASÍ COMO A SU MAGNÍFICO,
SENSIBLE E INSPIRADOR \"STABAT MATER\".