El miedo, sintió miedo,
frente al sentimiento,
despojado, pálido, solitario,
de una noche de verano.
El mido, lloro de la pena,
al ver sus lágrimas de cristal,
pulido, fino, como el polvo,
y se fue, sin hacer ruido.
Mido, de todo, miedo de nada,
el miedo que te deja sin ganas,
y se asoma a tus portillos,
como un desconocido viejo.
Miedo, atrevido, insolente,
que sin buscarlo, vive presente,
como una melodía enamorada,
sin ser invitada, ni correspondida.
Miedo asesino, mentiroso,
que corta las alas, doradas,
con afilada espada, acero blanco,
se clava en los sueños verdaderos.
Miedo, enemigo y amigo,
del viento que desnuda,
la esencia perfumada, dormida,
por el frío, por la nevisca.
Miedo, cuerpo sin alma,
sin vida, sin cara,
que se encara con furia,
y habita como una sombra.
¡Oh, miedo como el humo,
transparente, fino, como lino!
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