En una noche preciosa
rezaba, mi letanía;
y una cigarra llorosa
hilaba, una melodía.
Los cocuyos en el patio
con su candil relucían,
para espantar sus temores
huyeron, al campo un día.
Sobre la fronda verdosa
una llovizna caía,
tornándose más copiosa
mientras el tiempo corría.
Sueño que tu boca ansiosa
se posa, sobre la mía;
y entre mis manos callosas
leerte, mi poesía.
Tu cabellera sedosa
está de rosa vestía,
y en el añil de tus ojos
con gusto, me perdería.
Están teñidos de rojo
los soles, del mediodía;
para formar un manojo
de penas, con alegrías.
Aunque te digan mil cosas
por tí, mi amor moriría;
y mis llaves herrumbrosas
tu corazón, abriría.
Franklin Joel Blanco Aparicio.
Villa de Todos los Santos de Calabozo.
Venezuela.