Y me escondo en este rincón de lamentos,
encerrándome en una melancolía que consume mis días,
como si fuera un cigarro volviéndose humo en la boca de un desconsolado.
Pierdo la vista de todo aquello que quería,
me envuelvo en un caparazón en el cual
un rayo de luz es una bendición,
entre tanta oscuridad se me es imposible
visualizar nuestras vidas juntas.
Aquellas promesas que de tus labios salían,
nunca fueron cumplidas,
me pierdo en un cajón
de recuerdos que no tiene salida.