Lo recuerdo lejano a través del tiempo:
su mano grande y oscura tocando mi espalda fría,
exhalando un humo pesado de su delgada boca,
tomando mis sentimientos jóvenes entre su estrecho y grueso cuerpo.
Lo recuerdo pensativo bajo mis pequeñas manos, sintiendo el calor húmedo que corría por las sábanas rosas,
el ausente mirar fijo en el techo de la habitación, y su corazón de palpitar tranquilo.
Lo recuerdo dormido, gruñendo en sueños,
diciendo palabras incomprensibles que me daban miedo;
y yo, abrazándolo, acariciando sus cortos cabellos negros,
imaginando un futuro que nunca podría existir.