Condenados al eterno egoísmo
de volver nosotros sobre nosotros mismos
en cada pensamiento voltear al demacrado espíritu
lo que le pertenece (que decrece, que se contrae por su peso)
a deseos y necesidades (que crecen, que se expanden por su desconsuelo)
todos los días el resto de los días
recaer en el mismo nombre y hombre
es una egoísta condena efectuarla.
Todo el mundo y su vasto hastío
como de su propiedad le fuera
su soledad y belleza, han dictado la sentencia:
Culpable, he perdido el veredicto.
Casi alcancé, mas
Pude haber dejado mi cuerpo en otro, lado
mi espíritu en un segundo espíritu inabarcable
más bueno, más bello, más noble
que lo acogiera y corrigiera
bajo incondicional amor y el perdón aprendiera;
rememorar al primordial espíritu virtuoso
la cuna y casa de los valores
incorruptos, impolutos, indestructibles
hogar del cual fui(mos ambos) volcado a las sucias calles pantanosas
desterrado, exiliado, delatado por una mente desbocada
desatada, boca de sucias palabras.
Casi alcancé, mas
pude haber entrado en tu nombre y tu consuelo
tras tus ojos intactos y repletos
mirar la luz completa, atiborrada
(la que no ciega al mirarla
la que no aterra al no poder dejarla
la que no destruye al detectar debilidad
la que no entrega dependencia, la luz que libera y que cura)
la fuente de las satisfacciones, génesis olvidada por las condiciones
que envuelve y que no quema con sus llamas y demonios.
Casi alcancé mi redención! Casi crucé el umbral del paraíso
no permitiste al reincidente lo que es derecho honesto
o lo que corresponder era requisito de héroe desprendido
ahora me lamento del altruismo ahogado por mi egocentrismo
ahora me lamento de mi propio lamento;
faltó valentía, para conquistar la libertad que pertenecía
pensada para mí (y para tí en la misma medida)
formada, creada y puesta en marcha
por qué para mí eras el mundo entero
habría cambiado lo que se no cambia por que no se puede;
habría dejado mi egoísmo de lado.
Condenado, arrepentido y desgraciado.
Casi alcancé mi redención!
Probado el sabor de la alegría
El calor de la cercanía
El fulgor de la correspondencia:
Vuelvo a caer en la miseria.
En la condenada búsqueda factible
De otro nuevo ser posible
Cuando ella bastaba para apaciguar la muerte
Para callarla fuerte
Para matar la muerte
Condenado a seguir buscando
Cuando la búsqueda ha terminado
Cuando el premio fue negado
Cuando el alma fue tomada
Cuando la desesperación consume
Buenas noches, condenado.