Labriega de los tiempos impensables
descórreme el velo de tu arte
y en el crisol de tus pulidos sables
arroja el corazón del que soy parte
Condúceme al sendero del sin nombre
entrégame a lo ardiente de sus fauces
y ocúltale al eterno que este hombre
reniega de la vida y de sus cauces.
No digas que mis manos en la guerra
acallaron la risa y la inocencia.
y ansío con fervor volverme tierra
que hacer llorar a Dios con mi presencia.