Geisy era un insecto volador muy tranquilo que le fascinaba sobrevolar sobre los charcos de agua. Era una libélula.
.
Ella sabiendo lo que era estaba conforme con eso, aunque era menos colorida y menos hermosa que las mariposas. Geisy se sentía feliz aleteando y aleteando de una manera distinta, pues no quería que la confundieran con aquéllas.
.
- Soy una libélula, se decía; las mariposas serán hermosas, pero yo soy otra cosa.
.
Cada mañana Geisy salía a realizar su alegre vuelo y siempre se encontraba con las mariposas a las cuales saludaba muy amistosamente y aprovechaba para observarlas y de esa manera no hacer las cosas que éstas hacían, manteniendo el firme propósito de ser siempre una libélula.
.
Mi cuerpo es de colores, como ellas, pero debo ser distinta, decía Geisy muy decidida, por eso nunca se aproximaba a las flores porque como saben, allí es donde se posan las mariposas.
.
¿Y qué haré con mis alas? Se preguntaba nuestra libélula con manifiesta preocupación.
.
Un día Geisy entró a la iglesia del pueblo, encontró que estaba abierta y entró por curiosidad y vio a toda la gente orando, inclinando su cabeza al suelo y en ocasiones levantando su mirada hacia el techo. Para no sentirse mal hizo lo mismo y oró a Dios que le diera fuerzas para ser distinta a las mariposas y al levantar su mirada, vio en los vitrales de la iglesia la forma de sus nuevas alas que como un hermoso milagro cambiarían su vida.
.
Y cuentan que cuando Geisy salió de la iglesia iba con un vuelo muy rápido, uno de los más rápidos de los insectos voladores y sus alas, ahora transparentes, destellaban a la luz del sol, por lo que se sintió muy feliz y agradecida de haber logrado lo que siempre había soñado.
-------------
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela